Cada uno nace por su lado, la más de las veces es parido a solas. Sin hermanos, solitarios polluelos.
A veces, llega la hora del segador, o la cosechadora, pura técnica y hoja afilada. Queda erguido sobre sus raíces invisibles, pura hojita rebelde, un color en el terruño oscuro del sembradío.
Van caminando al mercado, al silo, a la rueda del molino y suele hallarse caído sobre el suelo un grano, una espiga con suerte.
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