me piden lo profético que hay en mí, con melancolía,
y un golpe de objetos que llaman sin ser respondidos hay, y
un movimiento sin tregua, y un nombre confuso.
(Pablo Neruda)
A Facundo Castro
canon de la cebolla
la tierra explota
una mano oscura se abre
una mano oscura se cierra en garra
sobre la melena y la tira
habla la oscura boca desdentada desterrada
de la vida
aborta un crujido blanco.
Por unos meses unos días
una larga noche hinchó tu estómago
inflaste tu vientre en el viento de la Madre
sacudieron tus dedos verdes largos de violinista
gitana de filosa lengua.
Una hoja de espada ancha
vence el adobe de las murallas que te guardan
y las lanzas verdes moviéndose bajo el espeso
sudor del peón
cerrando los ojos para ganar el pan, adentro, adentro
se desnudan ante el procaz pendejo que te toma
y arroja entre tus hermanas. Sucias, aún con costras
de la violencia que las tomó de su casa eterna.
Y al rato las arrojan embolsadas
un ruido seco de tambor en la noche late.
Sin embargo, las sendas se parten, se cortan
En la penumbra silenciosa del saco
donde se acumulan se tocan se golpean
se amuchedumbran las hermanas buscando un poco de calor
ese donde crecieron los pequeños penachos formados
en esa silenciosa hilera asoleada en el viento que llega andino
Allí en ese amontonamiento fraternal de frailes franciscanos
rebeldes a las tonsuras arrojados en las manos de la Creatura
suena el recuerdo abrámico pero no hay una angélica mano
que detenga el filo salvaje de la creatura sacrificante
no hay una voz en lo alto que acalle el chirrido aceitoso de la sartén
la hoja del acero templado cae
una y otra vez, y vuelve a caer
tu sangras claras tus heridas
que se transparentan sobre el oscuro hierro
que te envuelve en un abrazo ardiente aceite
chirriante sangre de olivares antiguos
que chispean en fuegos nuevos
para la transmutación de tu carne fileteada
Es allí donde arden medialunas pàlidas sobre hierro eclipsado
Es allí donde entonces las hojas blancas del papel arrancado
Es allí
se hace un poema en el aire
se hace una saeta invisible
se hace un sol rojo en el ojo
se arrastra rompiendo diques olvidados ignorados
la creatura una lágrima se conjuga
y el lacrimal es un grimorio ignorado
del hechizo cotidiano que la sierva prepara
para sus amos.
Alejandro Ferreyra
Agosto 2020
Más de cien días sin saber donde está
https://www.pagina12.com.ar/286124-facundo-castro-todos-saben-que-se-les-fue-la-mano-a-los-poli
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