Soy rumor de cascos amarilleando entre zapallares,
soy el maniquí de un triste anciano:
cuya imagen guarda, indudable pena y fatalidad,
espero la eternidad que es pura forma;
su cuerpo es el tambor del galope que pisa.
Yo demando las luces de un refucilo perenne,
como un piso encerado, como un barco abarrotado
afuera luz y tiempo, afuera pueblo y prostitutas
sonidos de una noche apagados en un don,
aunque la verdad, de improviso, la brisa que roza mi espalda
aunque la verdad, súbita, una brisa acaricia mi espalda...
y la lluvia
Alejandro Ferreyra
12/7/2019
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